Locura de lectura

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jueves, 4 de agosto de 2022

Rojo Cereza de Gema Badajoz.- Cap 2


Y como lo prometido es deuda, vuelvo con un segundo capítulo de Rojo Cereza. Bienvenidos a locura de lectura!!!

CAPITULO 2

Quien más, quien menos tiene recuerdos de su niñez. Imágenes que en forma de ráfagas te interceptan, momentos que dices haber vivido, olores que evocan, sabores que transportan. Tampoco hace falta profundizar mucho para que afloren. Hay recuerdos que se mezclan con datos y anécdotas que te han contado, difieren de la realidad, pero son tan tuyos que pasan a formar parte de ti, de tu memoria autobiográfica. Esa ansiedad con la que esperábamos las vacaciones estivales, aquellas inolvidables Navidades cargadas de magia e ilusión, la alegría con la que recibíamos a familiares un día cualquiera de nuestras vidas y aquellos cumpleaños en los que cualquier niño del barrio era bienvenido. Salud y bienestar a raudales. Ausencia de problemas. Recuerdos irrepetibles en los que cada vivencia podía convertirse en una gran aventura. Supervivencia en estado puro la de aquellos años. Todo estaba permitido para las hazañas cotidianas. Atravesar campos solitarios, cruzar ríos en pleno invierno sin importar caer al agua, jugar con hierros oxidados, maderas astilladas o cualquier objeto punzante eran el mejor de los tesoros. Siempre ensangrentados y llenos de heridas, pero nada que una inocente tirita no pudiera curar. Dicho así, cualquiera diría que éramos medio salvajes, tampoco es eso. Por supuesto teníamos juguetes, pero recibir un par de ellos al año eran más que suficientes para valorarlos al máximo. 

¿No os da la sensación que hay gente que parece no haya tenido infancia? Si le preguntas a mi amiga Sonia si recuerda los Electroduendes, te contestará ¿Los Electro queeeé? No lo entiendo. Cómo alguien que ha nacido en la era de los dos canales no puede acordarse de algo así. Y quién no pasaba la sobremesa de los fines de semana viendo D’artacán o David el Gnomo. Aún recuerdo cuando mis padres nos vetaron el último capítulo de los gnomos, ese en el que se convertían en árboles, (perdón por el spoiler, pero si no sabías esto treinta años después de su emisión, una de dos, o no has tenido infancia o tienes muy mala memoria), y todo por la sencilla razón que debíamos asistir a una boda y teníamos que llegar con tiempo. El caso es que mi padre tomó la salida equivocada y se cumplió el peor de los augurios. Llegamos tarde a la boda y nos quedamos sin ver aquel inesperado final. Carentes de cualquier tecnología punta, o veías la emisión en el momento, o te quedabas sin verlo para siempre jamás. Puedes imaginar, querido lector, qué fue lo primero que busqué en internet hace ya la friolera de veinte años.

Normalmente, los sábados pasábamos todo el día en la calle, algo que ahora es impensable. No me extraña que mis hijos crean que vengo de la era cuaternaria. No conciben que en nuestra niñez no existieran los teléfonos móviles, que no tuviéramos ordenador, televisión con pantalla plana, y lo que es peor, que no tuviéramos un sencillo y arcaico ya mando a distancia. A lo que iba, que los sábados que podíamos ver la tele el tiempo que quisiéramos sin esperar a terminar la merienda para hacer los deberes, era cuando menos la veías. Te pasabas el día entero trasteando en la calle. Ya estaban los domingos para hacer las tareas escolares.

Siempre he oído decir a mi padre que los hijos te hacen mayores. Una verdad como un templo. Y aquí estoy yo, peinando canas perfectamente camufladas, eso sí, y hablando de mi niñez, que como ya he dicho al principio, no sé porque se ha apoderado de mí. O puede que sí y no quiera reconocerlo.

Hace unas semanas me encontré con Marta, mi amiga del alma durante toda mi etapa escolar. Hacía años que no sabía nada de ella, demasiados, diría yo. Tantos que no la conocí la mañana en la que intentó atracarme en pleno centro de Madrid. Me asusté bastante. Salir corriendo sin echar la vista atrás era lo que me pedía el cuerpo, pero mis piernas no decían lo mismo. El miedo me paralizó. Pero lo que realmente me hizo perder la conciencia fue cuando la reconocí. Allí estaba Marta, la que me ayudó a preparar mi chuleta de sociales cuando quedaban cinco minutos para el examen final de sexto, la que me prestó su jersey aquel fatídico día en el que la regla quiso jugarme una mala pasada. Marta, con la que grité como pocas en el mejor de los partidos de todos los tiempos. Dime que te acuerdas de aquel maravilloso España-Malta y aquella locura de resultado 12 a 1. Allí estaba mi querida amiga de la infancia, demacrada, con la ropa sucia, rota y sin apenas dientes, pidiéndome dinero. No me miró a la cara en ningún momento, pero yo sí la miré a ella. Como decía, el miedo me paralizó, y no precisamente porque me estuvieran atracando, sino porque los recuerdos que en ese terrible momento acudieron a mi mente pudieron más que la realidad. Marta dime que te acuerdas de mí, le dije. Vamos coño, no tengo todo el día, me contestó. Le di los dos billetes de veinte que llevaba en la cartera y un par de euros sueltos. Algunos céntimos cayeron al suelo al apurar el monedero y ella se agachó a recogerlos sin soltar la navaja que muy fuertemente su mano aferraba. Recogido el botín y dando media vuelta, vi cómo se alejaba contando su fortuna. Ese débil y magullado cuerpo que haciendo gran esfuerzo se conseguía mantener en pie y aquellas piernas flexionadas carentes de energía, dudo que pudieran avanzar más diez metros. No quiero seguir recordando ese momento.

Como decía, la memoria nos juega malas pasadas. Muy malas. Me alegro que aquel nefasto y espantoso día la memoria de Marta fallara. Qué pena que la mía no lo hiciera.

Y hasta aquí puedo leer... Frase muy en boca de todos durante los ochenta. Seguro que la recuerdas.

 Besos y feliz jueves

miércoles, 29 de junio de 2022

Mi maravillosa librería

(Opinión personal) Buenas tardes desde locura de lectura. Para los soñadores y amantes de los libros como nosotros, porque si me estás leyendo eres igual o más apasionado de la lectura que yo, el que una persona adquiera una librería y se embarque en este emocionante mundo, lo es todo. Que te cuenten con todo lujo de detalles lo que se esconde detrás del maravilloso escaparate  de ejemplares, del que no puedes estar más entusiasmado, es digno de admirar.

Cómo es posible que alguien adquiera una librería en una subasta. Decimos una y otra vez que la realidad supera la ficción. Verdad verdadera. Cuando Petra Hartlieb y su marido ganan la puja por la compra de una librería en Viena, viviendo ellos en Hamburgo,  no son conscientes o sí, del embrollo en el que se han metido. Y es que hay que tener cuidado con lo que se habla durante una cena con amigos, donde precisamente el vino no brilla por su ausencia. Estupefacción, pánico, incredulidad, línea de crédito, mudanza, obras y voila, familia desestructurada ya que han olvidado que tienen un hijo adolescente que no tiene ninguna intención de moverse de su querida ciudad natal. 

Impresionante relato cargado de esfuerzo y sacrificio, pero tan vocacional y lleno de pasión que todo el trabajo, sudor y lágrimas que sufren sus protagonistas, no sin la ayuda de familiares y amigos, quienes se involucran muy mucho en lograr llevar a cabo algo tan fuera del alcance de dos personas que hasta el momento no tenían ni la más remota idea de lo que suponía ser empresarios, son para quitarse el sombrero. 

Recompensa y satisfacción a partes iguales cuando el negocio empieza a ver la luz. Hacer pedidos, desempaquetar, ordenar y registrar todos y cada uno de los cientos de ejemplares que se reciben prácticamente a diario, empaparse de las novedades, primeras ediciones para los más exigentes, buscar ejemplares para coleccionistas e impregnarse de todo tipo de géneros literarios por los que sabes que a pies juntillas te van a preguntar, es lo que respiran a diario sus protagonistas. Que uno solo de tus clientes salga satisfecho de tu librería con lo que le acabas de proporcionar, es más que gratificante para que todo ese esfuerzo que nadie ve, haya valido la pena. 

Impecable y enriquecedora narración que desde hoy no me cansaré de recomendar. Apasionante el mundo de los libros, así como fascinante el mundo de los vinos, tan presente en todas y cada una de las cenas de sus protagonistas. Vino y literatura de la mano. Mezcla explosiva,  inmejorable combinación y maridaje perfecto para armonizar todos y cada uno de nuestros días. Abducida con Mi maravillosa librería. ¿Te la vas a perder? Yo de ti no lo haría.

Y hasta aquí mi recomendación de hoy. Besos y feliz martes...


SINOPSIS

«Hemos comprado una librería. En Viena. Escribimos un email con unas cifras, ofreciendo una cantidad que no teníamos, y al cabo de unas semanas lle­gó la respuesta: acaba usted de comprar una librería… Hemos pujado con un dinero que no tenemos, y por una librería que está en una ciudad donde no vivimos. Y la hemos conseguido. ¿Y ahora qué? Pues ahora tenemos que apechugar con el asunto.» Petra Hartlieb tiene ahora una gran familia, un perro y una librería. Diez años atrás, estando de vacaciones en Viena, su ciudad de origen, supo de una bonita librería de barrio que cerraba sus puertas y estaba a la venta. Lo que en principio se planteó como una especie de broma (¿por qué no la compramos nosotros?), provocó en pocas semanas un cambio radical de vida, de ciudad y de oficio. Pero no fue fácil, tuvo que luchar contra un sinfín de contratiempos; no estaba preparada para convertirse en empresaria, y tampoco lo estaba para ser al mismo tiempo librera, esposa y madre. Este libro cuenta la historia de un desafío: cómo conseguir que una librería pequeña, tradicional y de barrio se convierta en el núcleo indispensable de la vida en comunidad de una ciudad europea en el siglo XXI. Una estupenda historia sobre cómo conseguir aquello que amamos. Una historia llena de divertidas anécdotas y emociones sin fin, que logra, gracias a una escritura ágil, directa y muy empática, que todos seamos partícipes de las alegrías y los problemas de Petra. Es, además, una maravillosa descripción de la vida diaria de muchas librerías y en muchos países: un mundo en miniatura en el que, de algún modo, habitamos todos aquellos que amamos los libros.

viernes, 20 de mayo de 2022

ROJO CEREZA de Gema Badajoz



Y aquí os dejo el primer capítulo de ROJO CEREZA. Un libro aún sin publicar del que voy a ir colgando capítulos periódicamente. Espero que os guste:

CAPITULO 1

    Cuando echo la vista atrás siempre me vienen a la mente las mismas imágenes. Recuerdos. La memoria de la que tanto hacemos uso, y la que en los peores momentos nos juega malas pasadas, es la que últimamente no se va de mi cabeza. No sé si será porque con el paso de los años tememos olvidarla e involuntariamente la traemos a nosotros una y otra vez, o que afortunadamente no quiere abandonarnos. El caso es que ella solita me trae el recuerdo de mi niñez, de amigos del colegio, de profesores, de tardes de lluvia a través de los cristales, de veranos quemados por el sol, de muchos buenos momentos e incluso de los no tan buenos. Y es que, aunque lejana, la niñez es parte de ti, de uno mismo, la llevas contigo de por vida, cuelga de tu mano y no te abandona jamás. No dejes que lo haga, llévala siempre contigo. Tengo suerte porque tuve una infancia feliz y no todo el mundo puede decir lo mismo.  Es una pena, pero es así. Dicen que la imagen es el reflejo del alma, y yo digo que es verdad, pero además me atrevo a decir, que la niñez también lo es.

Me he mudado de casa en tres ocasiones, una cuando mis padres se trasladaron a otra más grande, la segunda cuando me independicé y la tercera es en la que vivo ahora. Un bonito chalet en la sierra rodeado de fresnos, montaña y vegetación a raudales. ¿Y cuál es la casa que aparece en todos mis sueños? Siempre la misma. La casa que me vio crecer, la que a pesar de los años sigue estando ahí contra viento y marea, pero que yo la recuerdo más lejana y pequeña cada vez. Es la casa desde la que iba al colegio cada mañana, en la que reí y peleé con mis hermanos, en la que lloré lo indecible cuando las cosas no salían bien, en la que aprendí a leer y a escribir, es la casa en la que los Reyes Magos olvidaron dejar aquellos preciosos patines en mis zapatos durante las Navidades del 82, (lo sé, año de Naranjito y sus Mundiales), pero en la que al año siguiente se cuidaron muy mucho de dejar la bicicleta azul. La casa que supo de mis llegadas después de una noche de fiesta, la que me vio soñar con los ojos abiertos y la que por contrapartida me vio llorar cuando aquellos sueños no eran como los había imaginado. Por supuesto es la casa que ha visto aprobados y buenas notas, pero que después se convirtieron en no tan buenas, de hecho, pasaron de buenas a nefastas. La que me vio estudiar o hacer que estudiaba, y la que me vio dormir sobre el libro de Historia del Arte. Esa es mi casa, la casa de toda una vida, la que siempre se apodera de mí, de mis sueños y la que por muchos años que pasen siempre se adueñará de lo que un día fue suyo. Quién sabe, quizá ahora también lo sea y yo no lo sepa.

Y hasta aquí el primer capítulo de Rojo Cereza. ¿Recordáis vuestra niñez? Seguro que sí...

Besos y feliz viernes

martes, 10 de mayo de 2022

El vals lento de las tortugas

(Opinión personal) Muy buenas tardes desde locura de lectura. "No por mucho reseñar, amanece más temprano" Juego de palabras para explicar que aunque no reseñe mucho últimamente, no es porque no lea, sino porque no me da la vida. Frase muy de moda en los tiempos que corren. Porque ya os adelanto que sigo aquí, a pie de cañón y por mucho tiempo! 

Corría el mes de marzo de hace exactamente once años, cuando descubrí Los ojos amarillos de los cocodrilos, lectura que me gustó tanto que me prometí seguir con su segunda parte. Y heme aquí, más de una década después, reseñando El vals lento de las tortugas. Dicen por ahí que lo prometido es deuda, y yo cumplo con la mía.

Siendo esta segunda parte más facilona que su antecesora, El vals lento de las tortugas ha sido todo un soplo de aire fresco. Y es que llevo tiempo anclada en lecturas que sin terminar de llegarme a convencer, han hecho desconectarme un poco de esa necesidad de escribir tan obligatoria en mí nada más terminar una historia. Necesitaba un relato como este para volver a sumergirme en una narración fresca y sencilla de la que poder disfrutar en todo momento. Misión cumplida.

Lo más curioso de todo es que personajes que creía olvidados han vuelto. Joséphine, Iris, Henrriette, Hortense, Zoé, Shirley... Cómo es posible que con solo leer sus nombres me acuerde de todos ellos y de sus formas de ser once años después! Pues porque me calaron hace tanto tiempo, que a pesar de los años, vuelven a mí como si nunca se hubieran ido. Divertidos, ocurrentes, descarados, muy bien definidos y cargados de matices, todos ellos destacan por igual. Gente con problemas, gente normal, gente actual, gente que sufre y llora, gente que vive, gente que busca la felicidad como todo ser vivo y gente que ríe y se entusiasma con la vida. Porque la felicidad no es eterna ni dura por siempre jamás. La felicidad son momentos que hay que saborear y acordarse de ellos cuando por el contrario, llega la adversidad. Historias entrelazadas, amenas y dinámicas en las que perderte una y otra vez. 

Una historia cargada de mensajes optimistas que tanto hacen falta hoy en día! Y para no demorar la reseña de Las ardillas de Central Park están tristes los lunes, hoy mismo me propongo comenzar con la tercera y última parte de esta entretenida trilogía de la novelista francesa Katherine Pancol, que tantos buenos momentos me ha hecho pasar.

¿Quién dijo que las segundas partes nunca fueron buenas? Eso sí, imprescindible leer a los cocodrilos antes. Besos y feliz martes!!!

Cocodrilos, tortugas y ardillas. Hay que leerlos en este orden. 


SINOPSIS
Este libro es como una borrasca en medio de la vida. El beso abrasador de aquel al que nunca debimos besar. Un abrazo que es refugio o muerte. Un hombre inquietante pero encantador. Una mujer que tiembla y espera ardientemente. Un hombre que miente. Una mujer que cree dirigir el baile pero que ha perdido el paso. Dos adolescentes más enterados que los mayores. Un hombre que juega a resucitar. Un padre allá arriba, entre las estrellas, musitando al oído de su hija. Un perro tan feo que nos apartamos de su lado… Personajes que avanzan tercamente. Como pequeñas tortugas obstinadas. Que aprenden a bailar lentamente, lentamente. En un mundo demasiado rápido, demasiado violento.

sábado, 22 de enero de 2022

La tienda de la felicidad

 

(Opinión personal) Buenas tardes desde locura de lectura. Divertido y original, La tienda de la felicidad, ha sido todo un soplo de aire fresco. Apenas un par de horas he necesitado para devorar de principio a fin esta peculiar historia epistolar.

Carmelo Durán, un tipo asocial de lo más casero y verborreico, al que le apasionan las compras online, y quien disfruta del más ácido sentido del humor, mantiene correspondencia vía mail con  algunos internautas.  No es de extrañar que con la descripción que le acabo de hacer, sus conversaciones sean de lo más insólitas y variopintas. Sorprendentes situaciones que en ocasiones tienen lugar a través de las redes... Y es que vivimos en un mundo tecnológico que no hemos elegido, pero en el que nos ha tocado vivir, y como tal, hacemos acopio de él, y de qué manera. Pero qué pasa cuando con quien conectamos nos da más de lo que remotamente habíamos pensado. Quién nos iba a decir que la conexión que puedes establecer con un desconocido fuera a ser tan palpable como real, y todo ello sin salir de casa. Personas que se esconden tras una comunidad de vecinos, de adquisiciones no deseadas, de compras erróneas y desacertadas, de lazos familiares, de placenteras relaciones amorosas y de una madre... y esta última es para reflexionar y muy mucho. De hecho, de todas las distintas situaciones que a lo largo de toda la historia se dan, las conversaciones con su propia madre son, las que por encima de todas, me llevan a recapacitar. Y es que dan que pensar y de qué manera. Cómo es posible que evadamos conversaciones en el mundo de los vivos, pero que tengamos la necesidad de llevarlas a cabo en el mundo de los muertos? Aprovechemos lo que tenemos, disfrutemos del momento, de los nuestros y de esa felicidad moderada o no, que en ocasiones nos depara el destino. Porque la vida es una fiesta y como tal, hemos de vivirla al máximo. ¿No crees?

Singular, a la par de novedosa, y cargada de sarcasmo e ironía, La tienda de la felicidad mantiene una sonrisa constante en el lector, así como espontáneas carcajadas. 

Y así, sin más, terminamos el mes de Enero. Deseando saber las lecturas que me depararán el mes de Febrero. Y hasta aquí mi recomendación de hoy.

Besos y feliz fin de semana...

SINOPSIS
Carmelo Durán necesita pocas cosas en la vida: un ordenador con internet, un supermercado online donde comprar comida en cantidad y unos cuantos interlocutores cibernéticos con los que discutir. Pero todo cambia cuando un error en un pedido le pone en contacto con Mari Carmen, la encargada de atención al cliente del súper. La tienda de la felicidad es una novela epistolar, escrita en forma de mensajes de correo, con un protagonista inolvidable, mezcla quijotesca del Ignatius de La conjura de los necios y la Helene de 84, Charing Cross Road. Una historia de personas reales, con sus peripecias diarias, que se ganará un hueco en el corazón de los lectores.

sábado, 1 de enero de 2022

Los Vencejos

¡FELIZ AÑO NUEVO! 
Un año que espero venga cargadito de salud y alegrías. 
¡Que nunca falte un sueño por el que luchar!
2022 CONFIO EN TI!!! 

(Opinión personal) Y mi primer día del año lo comienzo escribiendo la reseña de Los Vencejos. Un libro que comencé hace unos meses y que por fin hoy he tenido el placer de terminar. Novela de alto valor intimista, de prosa exquisita, con un innegable dominio del lenguaje y extraordinario conocimiento del ser humano. Irónica, introspectiva y reflexiva, amarga, irreverente en ocasiones, ácida y divertidísima al tiempo, y aparentemente pesimista, resulta no ser otra cosa que una extraordinaria celebración de la vida. Literatura en estado puro.

Toni, protagonista e inolvidable personaje, tira de memoria para exponer públicamente toda una vida. Pasajes de juventud, recuerdos familiares, de la niñez, anhelos, odios y traumas, suceden una y otra vez a lo largo de sus 700 páginas. Una crónica narrada en primera persona que cargada de sinceridad encierra verdades como puños. No deja títere con cabeza en cuanto a la ineficacia política, reforma educacional y circo mediático en el que se han convertido los medios de comunicación. Las charlas y conversaciones con los personajes secundarios, destacando las que tiene con su amigo Patachula, son de lo mejor de la historia. Tratados con sarcasmo e ironía, todos sus diálogos revelan la cruda realidad del ser humano. Políticamente incorrecta.

Y aunque ha sido una novela perfecta para desconectar, se me antoja repetitiva, cuanto menos. Una vez más, sentimientos encontrados en una historia que da sentido a la vida, pero que a su vez, y no sé si debido a la combinación del humor y a esa constante visión trágica que se respira desde la primera página, se me hace larga y obsesiva.

Sea como que fuere, guste más o menos, lo que es claro es que Aramburu es un maestro en el dominio del lenguaje. Y esto sí que es incuestionable.

Y hasta aquí mi primera reseña del 2022. 

Feliz Entrada de Año!!!

SINOPSIS

Toni, un profesor de instituto enfadado con el mundo, decide poner fin a su vida. Meticuloso y sereno, tiene elegida la fecha: dentro de un año. Hasta entonces cada noche redactará, en el piso que comparte con su perra Pepa y una biblioteca de la que se va desprendiendo, una crónica personal, dura y descreída, pero no menos tierna y humorística. Con ella espera descubrir las razones de su radical decisión, desvelar hasta la última partícula de su intimidad, contar su pasado y los muchos asuntos cotidianos de una España políticamente convulsa. Aparecerán, diseccionados con implacable bisturí, sus padres, un hermano al que no soporta, su exmujer Amalia, de la que no logra desconectarse, y su problemático hijo Nikita; pero también su cáustico amigo Patachula. Y una inesperada Águeda. Y en la sucesión de episodios amorosos y familiares de esta adictiva constelación humana, Toni, hombre desorientado empeñado en hacer recuento de sus ruinas, insufla, paradójicamente, una inolvidable lección de vida.
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