Locura de lectura

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Nace Locura de Lectura. Un blog creado y dedicado por y para los libros. Libros de poesía, libros de humor, libros de amor, libros de historia, libros de arte, libros de fantasía, libros de noche, libros de día, libros, libros y más libros. En Locura de Lectura encontrarás noticias, novedades, clásicos, de bolsillo, recomendados y mucho más. Gracias por estar ahí.

viernes, 20 de mayo de 2022

ROJO CEREZA de Gema Badajoz



Y aquí os dejo el primer capítulo de ROJO CEREZA. Un libro aún sin publicar del que voy a ir colgando capítulos periódicamente. Espero que os guste:

CAPITULO 1

    Cuando echo la vista atrás siempre me vienen a la mente las mismas imágenes. Recuerdos. La memoria de la que tanto hacemos uso, y la que en los peores momentos nos juega malas pasadas, es la que últimamente no se va de mi cabeza. No sé si será porque con el paso de los años tememos olvidarla e involuntariamente la traemos a nosotros una y otra vez, o que afortunadamente no quiere abandonarnos. El caso es que ella solita me trae el recuerdo de mi niñez, de amigos del colegio, de profesores, de tardes de lluvia a través de los cristales, de veranos quemados por el sol, de muchos buenos momentos e incluso de los no tan buenos. Y es que, aunque lejana, la niñez es parte de ti, de uno mismo, la llevas contigo de por vida, cuelga de tu mano y no te abandona jamás. No dejes que lo haga, llévala siempre contigo. Tengo suerte porque tuve una infancia feliz y no todo el mundo puede decir lo mismo.  Es una pena, pero es así. Dicen que la imagen es el reflejo del alma, y yo digo que es verdad, pero además me atrevo a decir, que la niñez también lo es.

Me he mudado de casa en tres ocasiones, una cuando mis padres se trasladaron a otra más grande, la segunda cuando me independicé y la tercera es en la que vivo ahora. Un bonito chalet en la sierra rodeado de fresnos, montaña y vegetación a raudales. ¿Y cuál es la casa que aparece en todos mis sueños? Siempre la misma. La casa que me vio crecer, la que a pesar de los años sigue estando ahí contra viento y marea, pero que yo la recuerdo más lejana y pequeña cada vez. Es la casa desde la que iba al colegio cada mañana, en la que reí y peleé con mis hermanos, en la que lloré lo indecible cuando las cosas no salían bien, en la que aprendí a leer y a escribir, es la casa en la que los Reyes Magos olvidaron dejar aquellos preciosos patines en mis zapatos durante las Navidades del 82, (lo sé, año de Naranjito y sus Mundiales), pero en la que al año siguiente se cuidaron muy mucho de dejar la bicicleta azul. La casa que supo de mis llegadas después de una noche de fiesta, la que me vio soñar con los ojos abiertos y la que por contrapartida me vio llorar cuando aquellos sueños no eran como los había imaginado. Por supuesto es la casa que ha visto aprobados y buenas notas, pero que después se convirtieron en no tan buenas, de hecho, pasaron de buenas a nefastas. La que me vio estudiar o hacer que estudiaba, y la que me vio dormir sobre el libro de Historia del Arte. Esa es mi casa, la casa de toda una vida, la que siempre se apodera de mí, de mis sueños y la que por muchos años que pasen siempre se adueñará de lo que un día fue suyo. Quién sabe, quizá ahora también lo sea y yo no lo sepa.

Y hasta aquí el primer capítulo de Rojo Cereza. ¿Recordáis vuestra niñez? Seguro que sí...

Besos y feliz viernes

martes, 10 de mayo de 2022

El vals lento de las tortugas

(Opinión personal) Muy buenas tardes desde locura de lectura. "No por mucho reseñar, amanece más temprano" Juego de palabras para explicar que aunque no reseñe mucho últimamente, no es porque no lea, sino porque no me da la vida. Frase muy de moda en los tiempos que corren. Porque ya os adelanto que sigo aquí, a pie de cañón y por mucho tiempo! 

Corría el mes de marzo de hace exactamente once años, cuando descubrí Los ojos amarillos de los cocodrilos, lectura que me gustó tanto que me prometí seguir con su segunda parte. Y heme aquí, más de una década después, reseñando El vals lento de las tortugas. Dicen por ahí que lo prometido es deuda, y yo cumplo con la mía.

Siendo esta segunda parte más facilona que su antecesora, El vals lento de las tortugas ha sido todo un soplo de aire fresco. Y es que llevo tiempo anclada en lecturas que sin terminar de llegarme a convencer, han hecho desconectarme un poco de esa necesidad de escribir tan obligatoria en mí nada más terminar una historia. Necesitaba un relato como este para volver a sumergirme en una narración fresca y sencilla de la que poder disfrutar en todo momento. Misión cumplida.

Lo más curioso de todo es que personajes que creía olvidados han vuelto. Joséphine, Iris, Henrriette, Hortense, Zoé, Shirley... Cómo es posible que con solo leer sus nombres me acuerde de todos ellos y de sus formas de ser once años después! Pues porque me calaron hace tanto tiempo, que a pesar de los años, vuelven a mí como si nunca se hubieran ido. Divertidos, ocurrentes, descarados, muy bien definidos y cargados de matices, todos ellos destacan por igual. Gente con problemas, gente normal, gente actual, gente que sufre y llora, gente que vive, gente que busca la felicidad como todo ser vivo y gente que ríe y se entusiasma con la vida. Porque la felicidad no es eterna ni dura por siempre jamás. La felicidad son momentos que hay que saborear y acordarse de ellos cuando por el contrario, llega la adversidad. Historias entrelazadas, amenas y dinámicas en las que perderte una y otra vez. 

Una historia cargada de mensajes optimistas que tanto hacen falta hoy en día! Y para no demorar la reseña de Las ardillas de Central Park están tristes los lunes, hoy mismo me propongo comenzar con la tercera y última parte de esta entretenida trilogía de la novelista francesa Katherine Pancol, que tantos buenos momentos me ha hecho pasar.

¿Quién dijo que las segundas partes nunca fueron buenas? Eso sí, imprescindible leer a los cocodrilos antes. Besos y feliz martes!!!

Cocodrilos, tortugas y ardillas. Hay que leerlos en este orden. 


SINOPSIS
Este libro es como una borrasca en medio de la vida. El beso abrasador de aquel al que nunca debimos besar. Un abrazo que es refugio o muerte. Un hombre inquietante pero encantador. Una mujer que tiembla y espera ardientemente. Un hombre que miente. Una mujer que cree dirigir el baile pero que ha perdido el paso. Dos adolescentes más enterados que los mayores. Un hombre que juega a resucitar. Un padre allá arriba, entre las estrellas, musitando al oído de su hija. Un perro tan feo que nos apartamos de su lado… Personajes que avanzan tercamente. Como pequeñas tortugas obstinadas. Que aprenden a bailar lentamente, lentamente. En un mundo demasiado rápido, demasiado violento.
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