Locura de lectura
Por Gema Badajoz
Locura de lectura
Mis publicaciones
jueves, 15 de febrero de 2024
Carta de una desconocida de Stefan Sweig
miércoles, 14 de febrero de 2024
El retorno de Locura de lectura
"Decíamos ayer..." Casi me puedo agenciar esta pequeña y apropiada frase de Fray Luis de León para retomar lo que nunca debí descuidar. Bromas aparte, vuelvo a mi pequeño y delicioso blog que tantos agradables momentos me ha hecho pasar. Ese por el que me levantaba cada mañana pensando ya en sumergirme en él. Impregnarme de mis propios escritos, releer mis apreciadas reseñas y recrearme en el placer de la lectura, era todo un plus en mi día a día. Pero, ¿Cómo llevar a cabo tanto trabajo sin apenas tiempo para ello? La vida, montaña rusa de emociones que cargadita de sorpresas te conmueve cada día, ha sido el único motivo por el que he espaciado mis visitas a mi propio y apreciado rinconcito. Y aunque casi todo en esta vida tenga un principio y un fin, a Dios pongo por testigo que este no va a ser el final de locura de lectura. Por ello, y porque así lo siento, hoy mismo retomo este maravilloso espacio dedicado al mundo de los libros.
Bucear entre las editoriales, empaparme de las novedades, hacerme con sus primeras ediciones, explorar clásicos de todos los tiempos, descubrir y por supuesto conseguir las más hermosas ediciones, ya sean de lujo o no, y morirme de ganas de dároslas a conocer, es a lo que me comprometo como amante de la literatura que soy. En pleno retorno bloguero, leer, reseñar y darle forma a todas mis lecturas es lo que pretendo y anhelo. Por todo ello, ¡Bendita bienvenida al mundo bloguero!
Y como reza la cabecera de este blog desde hace ya más de diez años, libros de poesía, libros de humor, libros de amor, libros de historia, libros de arte, libros de fantasía, libros de noche, libros de día, libros, libros y más libros.
Gracias por estar ahí. Besos y feliz miércoles!!!
jueves, 4 de agosto de 2022
Rojo Cereza de Gema Badajoz.- Cap 2
Y como lo prometido es deuda, vuelvo con un segundo capítulo de Rojo Cereza. Bienvenidos a locura de lectura!!!
CAPITULO 2
Quien más, quien menos tiene recuerdos de su niñez. Imágenes que en forma de ráfagas te interceptan, momentos que dices haber vivido, olores que evocan, sabores que transportan. Tampoco hace falta profundizar mucho para que afloren. Hay recuerdos que se mezclan con datos y anécdotas que te han contado, difieren de la realidad, pero son tan tuyos que pasan a formar parte de ti, de tu memoria autobiográfica. Esa ansiedad con la que esperábamos las vacaciones estivales, aquellas inolvidables Navidades cargadas de magia e ilusión, la alegría con la que recibíamos a familiares un día cualquiera de nuestras vidas y aquellos cumpleaños en los que cualquier niño del barrio era bienvenido. Salud y bienestar a raudales. Ausencia de problemas. Recuerdos irrepetibles en los que cada vivencia podía convertirse en una gran aventura. Supervivencia en estado puro la de aquellos años. Todo estaba permitido para las hazañas cotidianas. Atravesar campos solitarios, cruzar ríos en pleno invierno sin importar caer al agua, jugar con hierros oxidados, maderas astilladas o cualquier objeto punzante eran el mejor de los tesoros. Siempre ensangrentados y llenos de heridas, pero nada que una inocente tirita no pudiera curar. Dicho así, cualquiera diría que éramos medio salvajes, tampoco es eso. Por supuesto teníamos juguetes, pero recibir un par de ellos al año eran más que suficientes para valorarlos al máximo.
¿No os da la sensación que hay gente que parece no haya tenido infancia? Si le preguntas a mi amiga Sonia si recuerda los Electroduendes, te contestará ¿Los Electro queeeé? No lo entiendo. Cómo alguien que ha nacido en la era de los dos canales no puede acordarse de algo así. Y quién no pasaba la sobremesa de los fines de semana viendo D’artacán o David el Gnomo. Aún recuerdo cuando mis padres nos vetaron el último capítulo de los gnomos, ese en el que se convertían en árboles, (perdón por el spoiler, pero si no sabías esto treinta años después de su emisión, una de dos, o no has tenido infancia o tienes muy mala memoria), y todo por la sencilla razón que debíamos asistir a una boda y teníamos que llegar con tiempo. El caso es que mi padre tomó la salida equivocada y se cumplió el peor de los augurios. Llegamos tarde a la boda y nos quedamos sin ver aquel inesperado final. Carentes de cualquier tecnología punta, o veías la emisión en el momento, o te quedabas sin verlo para siempre jamás. Puedes imaginar, querido lector, qué fue lo primero que busqué en internet hace ya la friolera de veinte años.
Normalmente, los sábados pasábamos todo el día en la
calle, algo que ahora es impensable. No me extraña que mis hijos crean que
vengo de la era cuaternaria. No conciben que en nuestra niñez no existieran los teléfonos
móviles, que no tuviéramos ordenador, televisión con pantalla plana, y lo que
es peor, que no tuviéramos un sencillo y arcaico ya mando a distancia. A lo
que iba, que los sábados que podíamos ver la tele el tiempo que quisiéramos sin
esperar a terminar la merienda para hacer los deberes, era cuando menos la veías.
Te pasabas el día entero trasteando en la calle. Ya estaban los domingos para
hacer las tareas escolares.
Siempre he oído decir a mi padre que los hijos te
hacen mayores. Una verdad como un templo. Y aquí estoy yo, peinando canas perfectamente camufladas, eso sí, y hablando de mi niñez, que como ya he dicho al principio, no sé porque se ha apoderado de mí. O puede que sí y no quiera reconocerlo.
Hace unas semanas me encontré con Marta, mi amiga del
alma durante toda mi etapa escolar. Hacía años que no sabía nada de
ella, demasiados, diría yo. Tantos que no la conocí la mañana en la que intentó
atracarme en pleno centro de Madrid. Me asusté bastante. Salir corriendo sin
echar la vista atrás era lo que me pedía el cuerpo, pero mis piernas no decían
lo mismo. El miedo me paralizó. Pero lo que realmente me hizo perder la conciencia
fue cuando la reconocí. Allí estaba Marta, la que me ayudó a preparar mi
chuleta de sociales cuando quedaban cinco minutos para el examen final de sexto,
la que me prestó su jersey aquel fatídico día en el que la regla quiso
jugarme una mala pasada. Marta, con la que grité como pocas en el mejor de los
partidos de todos los tiempos. Dime que te acuerdas de aquel maravilloso
España-Malta y aquella locura de resultado 12 a 1. Allí estaba mi querida amiga
de la infancia, demacrada, con la ropa sucia, rota y sin apenas dientes, pidiéndome
dinero. No me miró a la cara en ningún momento, pero yo sí la miré a ella. Como
decía, el miedo me paralizó, y no precisamente porque me estuvieran atracando, sino
porque los recuerdos que en ese terrible momento acudieron a mi mente pudieron
más que la realidad. Marta dime que te acuerdas de mí, le dije. Vamos coño, no tengo
todo el día, me contestó. Le di los dos billetes de veinte que llevaba en la
cartera y un par de euros sueltos. Algunos céntimos cayeron al suelo al apurar el
monedero y ella se agachó a recogerlos sin soltar la navaja que muy fuertemente
su mano aferraba. Recogido el botín y dando media vuelta, vi cómo se alejaba
contando su fortuna. Ese débil y magullado cuerpo que haciendo gran esfuerzo
se conseguía mantener en pie y aquellas piernas flexionadas carentes de energía,
dudo que pudieran avanzar más diez metros. No quiero seguir recordando ese momento.
Como decía, la memoria nos juega malas pasadas. Muy malas. Me alegro que aquel nefasto y espantoso día la memoria de Marta fallara. Qué pena que la mía no lo hiciera.
Y hasta aquí puedo leer... Frase muy en boca de todos durante los ochenta. Seguro que la recuerdas.
Besos y feliz jueves
miércoles, 29 de junio de 2022
Mi maravillosa librería
Y hasta aquí mi recomendación de hoy. Besos y feliz martes...
SINOPSIS
«Hemos comprado una librería. En Viena. Escribimos un email con unas cifras, ofreciendo una cantidad que no teníamos, y al cabo de unas semanas llegó la respuesta: acaba usted de comprar una librería… Hemos pujado con un dinero que no tenemos, y por una librería que está en una ciudad donde no vivimos. Y la hemos conseguido. ¿Y ahora qué? Pues ahora tenemos que apechugar con el asunto.» Petra Hartlieb tiene ahora una gran familia, un perro y una librería. Diez años atrás, estando de vacaciones en Viena, su ciudad de origen, supo de una bonita librería de barrio que cerraba sus puertas y estaba a la venta. Lo que en principio se planteó como una especie de broma (¿por qué no la compramos nosotros?), provocó en pocas semanas un cambio radical de vida, de ciudad y de oficio. Pero no fue fácil, tuvo que luchar contra un sinfín de contratiempos; no estaba preparada para convertirse en empresaria, y tampoco lo estaba para ser al mismo tiempo librera, esposa y madre. Este libro cuenta la historia de un desafío: cómo conseguir que una librería pequeña, tradicional y de barrio se convierta en el núcleo indispensable de la vida en comunidad de una ciudad europea en el siglo XXI. Una estupenda historia sobre cómo conseguir aquello que amamos. Una historia llena de divertidas anécdotas y emociones sin fin, que logra, gracias a una escritura ágil, directa y muy empática, que todos seamos partícipes de las alegrías y los problemas de Petra. Es, además, una maravillosa descripción de la vida diaria de muchas librerías y en muchos países: un mundo en miniatura en el que, de algún modo, habitamos todos aquellos que amamos los libros.
viernes, 20 de mayo de 2022
ROJO CEREZA de Gema Badajoz
CAPITULO 1
Cuando echo la vista atrás siempre me vienen a la mente las
mismas imágenes. Recuerdos. La memoria de la que tanto hacemos uso, y la que en
los peores momentos nos juega malas pasadas, es la que últimamente no se va de
mi cabeza. No sé si será porque con el paso de los años tememos olvidarla e
involuntariamente la traemos a nosotros una y otra vez, o que afortunadamente no
quiere abandonarnos. El caso es que ella solita me trae el recuerdo de mi
niñez, de amigos del colegio, de profesores, de tardes de lluvia a
través de los cristales, de veranos quemados por el sol, de muchos buenos
momentos e incluso de los no tan buenos. Y es que, aunque lejana, la niñez es
parte de ti, de uno mismo, la llevas contigo de por vida, cuelga de tu mano y no te abandona jamás. No dejes que lo haga, llévala
siempre contigo. Tengo suerte porque tuve una infancia feliz y no todo el
mundo puede decir lo mismo. Es una pena,
pero es así. Dicen que la imagen es el reflejo del alma, y yo digo que es
verdad, pero además me atrevo a decir, que la niñez también lo es.
Me he mudado de casa en tres ocasiones,
una cuando mis padres se trasladaron a otra más grande, la segunda cuando me
independicé y la tercera es en la que vivo ahora. Un bonito chalet
en la sierra rodeado de fresnos, montaña y vegetación a raudales. ¿Y cuál es la
casa que aparece en todos mis sueños? Siempre la misma. La casa que me vio
crecer, la que a pesar de los años sigue estando ahí contra viento y marea, pero que yo la recuerdo más lejana y pequeña cada vez. Es la casa desde
la que iba al colegio cada mañana, en la que reí y peleé con mis hermanos, en
la que lloré lo indecible cuando las cosas no salían bien, en la que aprendí
a leer y a escribir, es la casa en la que los Reyes Magos olvidaron dejar
aquellos preciosos patines en mis zapatos durante las Navidades del 82, (lo sé, año de Naranjito y sus Mundiales), pero en
la que al año siguiente se cuidaron muy mucho de dejar la bicicleta azul. La
casa que supo de mis llegadas después de una noche de fiesta, la que me vio
soñar con los ojos abiertos y la que por contrapartida me vio llorar cuando aquellos
sueños no eran como los había imaginado. Por supuesto es la casa que ha
visto aprobados y buenas notas, pero que después se convirtieron en no tan buenas, de hecho, pasaron de buenas a nefastas.
La que me vio estudiar o hacer que estudiaba, y la que me vio dormir sobre el
libro de Historia del Arte. Esa es mi casa, la casa de toda una vida, la que
siempre se apodera de mí, de mis sueños y la que por muchos años que pasen
siempre se adueñará de lo que un día fue suyo. Quién sabe, quizá ahora
también lo sea y yo no lo sepa.
Y hasta aquí el primer capítulo de Rojo Cereza. ¿Recordáis vuestra niñez? Seguro que sí...
Besos y feliz viernes
martes, 10 de mayo de 2022
El vals lento de las tortugas
sábado, 22 de enero de 2022
La tienda de la felicidad
sábado, 1 de enero de 2022
Los Vencejos
(Opinión personal) Y mi primer día del año lo comienzo escribiendo la reseña de Los Vencejos. Un libro que comencé hace unos meses y que por fin hoy he tenido el placer de terminar. Novela de alto valor intimista, de prosa exquisita, con un innegable dominio del lenguaje y extraordinario conocimiento del ser humano. Irónica, introspectiva y reflexiva, amarga, irreverente en ocasiones, ácida y divertidísima al tiempo, y aparentemente pesimista, resulta no ser otra cosa que una extraordinaria celebración de la vida. Literatura en estado puro.
Toni, protagonista e inolvidable personaje, tira de memoria para exponer públicamente toda una vida. Pasajes de juventud, recuerdos familiares, de la niñez, anhelos, odios y traumas, suceden una y otra vez a lo largo de sus 700 páginas. Una crónica narrada en primera persona que cargada de sinceridad encierra verdades como puños. No deja títere con cabeza en cuanto a la ineficacia política, reforma educacional y circo mediático en el que se han convertido los medios de comunicación. Las charlas y conversaciones con los personajes secundarios, destacando las que tiene con su amigo Patachula, son de lo mejor de la historia. Tratados con sarcasmo e ironía, todos sus diálogos revelan la cruda realidad del ser humano. Políticamente incorrecta.
Y aunque ha sido una novela perfecta para desconectar, se me antoja repetitiva, cuanto menos. Una vez más, sentimientos encontrados en una historia que da sentido a la vida, pero que a su vez, y no sé si debido a la combinación del humor y a esa constante visión trágica que se respira desde la primera página, se me hace larga y obsesiva.
Sea como que fuere, guste más o menos, lo que es claro es que Aramburu es un maestro en el dominio del lenguaje. Y esto sí que es incuestionable.
Y hasta aquí mi primera reseña del 2022.
Feliz Entrada de Año!!!
SINOPSIS
domingo, 28 de noviembre de 2021
Mi pequeño homenaje a Almudena Grandes.- El lector de Julio Verne
Día triste para la literatura. Hoy nos deja la escritora madrileña Almudena Grandes. Cuantas veces la visité en la Feria del Libro de Madrid. Firmas y confidencias a través de sus letras, algo que ya nunca volverá a pasar. D.E.P.
Con un fiel reflejo de aquellos años, Nino no solo pierde la inocencia a marchas forzadas y sufre los desastres posteriores a una guerra, sino que descubre un mundo completamente ajeno a su realidad, y esto sucede con la llegada al pueblo de Pepe el Portugués, un hombre solitario que se instala en un viejo molino y quien le marcará de por vida.
La llegada de doña Elena, una retirada profesora republicana, será punto clave para culminar con el aprendizaje de Nino, quien a su tan corta edad ha vivido las desgracias de los dos bandos contrarios instalados en España. Gracias a doña Elena, Nino no sólo aprenderá inglés, francés, mecanografía y taquigrafía, sino que además descubrirá los clásicos de Julio Verne, Galdós, Cervantes y muchos más que le marcarán para siempre y que nunca podrá olvidar.
Cargada de relatos realmente desgarradores, El lector de Julio Verne sorprende por esa crónica de una trágica España en la que las gentes estaban obligadas a sufrir pérdidas de hijos, padres, hermanos, maridos... pero todo ello visto a través de los ojos de la inocencia, la que como ya he comentado, Nino se ve obligado a perder.
De todas formas y aunque la novela está escrita con una prosa magistral, se ve como la autora descarga todas sus creencias políticas a través de Nino, doña Elena y Pepe el Portugués entre otros, lo que convierte a los malos en muy malos, y a los buenos en muy buenos.
Con todo ello, El lector de Julio Verne es una novela desgarradora de una escritora con una gran técnica narrativa y con un protagonista difícil de olvidar. Muy recomendable.
El lector de Julio Verne pertenece al segundo volumen de Episodios de una Guerra Interminable, siendo Inés y la Alegría la novela con la que se abre esta serie.
miércoles, 29 de septiembre de 2021
La pequeña librería de Stefan Zweig
— Si le digo la verdad, hubiéramos preferido no hacer escala en España. Entiéndame bien, no tengo nada en contra de su país, ni contra los españoles. De hecho, tengo una gran simpatía por ustedes, por su literatura, por su historia, por su lengua... pero ahora, con esta guerra, estas ideas...— Franco y los demás generales.— Los generales, sí. Sé que son aliados de los nazis y de los fascistas italianos. Y Vigo es ahora, ¿Cómo lo llaman ustedes? "Territorio nacional".— Territorio nacional, sí. Aquí mandan los "nacionales"— ¿Pero es que "los otros" no son nacionales?