After Dark

(Opinión personal) Fiel a su estilo y como ya viene siendo una costumbre, After Dark de Murakami tampoco me ha acabado de convencer. No sé porque, pero parece que me ha dado fuerte con este autor y por lo que se ve, estoy empeñada en que su lectura me llegue de alguna manera. La historia en sí no me disgustó, es entretenida, me atrevería a decir que el principio es "ligeramente" adictivo, pero a medida que avanzas flojea tanto que pierdas el interés, por no hablar de su insípido y ligero desenlace que ni frío ni calor. Los diálogos no son gran cosa y en algunas ocasiones son tan pobres e insulsos que hacen que te desconectes de la historia. Después de lo que he leído del autor hasta el momento, he llegado a la conclusión que su lectura es para leerla relajada, sin prisas y sin esperar altibajos en su narrativa. Y por supuesto, para los que disfruten con su lectura, saborear su particular y elaborada prosa, no es mi caso. Lo siento pero yo busco algo más en un libro y por el momento Murakami no me lo da. Aún así tengo pendiente Kafka en la orilla, y tarde o temprano caerá.

SINOPSIS

Cerca ya de medianoche, Mari, sentada sola a la mesa de un restaurante, se toma un café, fuma y lee. Un joven la interrumpe: es Takahashi, un músico al que ha visto una única vez, en una cita de su hermana Eri, modelo profesional. Ésta, mientras tanto, duerme en su habitación, sumida en un sueño profundo, «demasiado perfecto, demasiado puro». Mari ha perdido el último tren de vuelta a casa y piensa pasarse la noche leyendo en el restaurante; Takahashi se va a ensayar con su grupo, pero promete regresar antes del alba. Mari sufre una segunda interrupción: Kaoru, la encargada de un «hotel por horas», solicita su ayuda. Mari habla chino y una prostituta de esa nacionalidad ha sido brutalmente agredida por un cliente. Dan las doce. En la habitación donde Eri sigue sumida en una dulce inconsciencia, el televisor cobra vida y poco a poco empieza a distinguirse en la pantalla una imagen turbadora: una amplia sala amueblada con una única silla en la que está sentado un hombre vestido de negro. Lo más inquietante es que el televisor no está enchufado...