El alma del mundo

(Opinión personal) Muy buenas tardes desde locura de lectura. Hace algún tiempo descubrí un libro que me llegó directamente al corazón. Se trataba de Una madre de Alejandro Palomas. Primera incursión en la narrativa de este escritor que me cautivó desde su primera página. Después tuve la oportunidad de entrevistarle, además de conocerle en la feria del libro de Madrid, para terminar de confirmar que Palomas te atrapa y que yo, como lectora empedernida que soy, caigo rendida ante él y su escritura. Desde ese día me prometí a mí misma que leería todo lo que Alejandro publicara, sin excepción. Poco a poco y cumpliendo con mi promesa le siguió Un hijo, otra historia que, sin superar a Una madre, me volvió a enamorar. Y heme aquí con otro de sus títulos, El alma del mundo, una novela a la que le tenía demasiadas ganas, que por cierto, fue la primera novela que publicó.

 

Otto Stephens y Clea Ross son dos ancianos que ingresan en un asilo nada convencional. Tienen a su disposición a Ilona, trabajadora del centro, húngara de procedencia y quien vivió de primera mano atrocidades soviéticas cuando tan solo era una niña. Tres vidas diferentes y al mismo tiempo entrelazadas convergen entre sí. Una bonita manera de hilar una trama que te atrapa por tantas y tantas cosas. La combinación de los silencios y miedos de Ilona con el sarcasmo e ironía de Clea, contundente en cada una de sus apariciones, así como el afable carácter de Otto, quien a su edad aún guarda cierto atractivo herencia de una juventud lejana, son pura dinamita. Sus conversaciones, los momentos de soledad que tienen cada uno, los viajes que todos ellos hacen al recuerdo de una vida ya pasada, convierten a esta historia tan cargada de sentimientos en una importante búsqueda de la felicidad.

 

Ganas de vida es con lo que me quedo después de leer El alma del mundo. Así de rotundo. Otra lectura que me llevo para el recuerdo. Ese que permanece en nuestra memoria y que con el paso de los años disminuirá, aunque no así su esencia. Y es que los libros pasan por nosotros y van dejando huella, unos más que otros, algunos incluso no la dejan, pero otros sí que lo hacen, y de qué manera. El final, aunque previsible, no deja de sorprender. Chapeau, una vez más por este escritor del que si no has leído nada aún, te aconsejo que lo hagas y cuanto antes mejor.

 

Un perro, Las dos orillas, El secreto de los Hoffman, El tiempo del corazón, Agua cerrada, Tanta vida, El tiempo que nos une, El cuaderno del mago y La isla del aire son los títulos que aún me quedan por leer. Qué suerte la mía!!! Me encanta saber que aún tengo tantas lecturas pendientes por descubrir. Gracias Alejandro...

 

Bsss y feliz ecuador de la semana...

 

SINOPSIS:

Otto Stephens y Clea Ross ingresan en un asilo para ancianos ricos y solicitan que una cuidadora en particular, Ilona, se ocupe de ambos.

 

Clea, de noventa años, en su juventud una brillante violonchelista, sacrificó su carrera para permanecer a la sombra de su marido, un célebre director de orquesta. Dotada de un estimulante sentido del humor, es dueña de una ironía demoledora, libérrima y encantadora cuando quiere, pero dura con todo aquello que le resulta despreciable. Otto, de edad semejante, es un anciano seductor que conserva el encanto y el glamur de su juventud.

La joven Ilona esconde un pasado terrible en su Hungría natal, sometida al terror soviético. Es una mujer zarandeada por el destino. En Barcelona, conoce a Miguel. Además de vivir un gran amor con él, este le enseña oficio de luthier. La felicidad se rompe cuando Ilona viaja a Budapest y permanece allí un largo periodo de tiempo para cuidar a su madre.

Otto le pide a Ilona que dediquen su tiempo a fabricar un violonchelo y esta ocupación se convierte para el anciano en lo más importante de su vida. Ilona tiene otros intereses: reconstruir su relación con Miguel.

Durante tres meses, las vidas de Clea, Otto e Ilona se entrelazan, se llenan de confidencias, de secretos, de verdades a medias, de medias mentiras, de descubrimientos, y acaban formando un mosaico en el que nada es lo que parece. El violonchelo será en última instancia el desencadenante que los protagonistas esperan para encauzar la segunda oportunidad de sus vidas y retomar los cabos sueltos que les impedían a cada uno, por distintos motivos, ser felices.