
Pero vayamos con Un hijo, que sin nada que ver con su anterior novela Una madre, a pesar que parezca estar relacionadas, ambas tienen en común la riqueza de unos personajes tan humanos, frágiles y cercanos que indiscutiblemente, se apoderan del lector.
Guille solo tiene 9 años y ya conoce el sentimiento de la pérdida. Pérdida de una madre que por motivos laborales no puede permanecer cerca de él. Sin embargo tiene un padre, Manuel Antúnez, quien a pesar de estar en paro temporalmente, y de no estar pasando por su mejor momento, cuida de Guille como si de la mejor de las madres se tratara.
Pero, ¿qué pasa cuando Guille anuncia en mitad de la clase querer ser Mary Poppins? Por qué quiere hablar con un paraguas, elevarse por los tejados y lo más importante decir varias veces las palabras mágicas.
Qué pena que la magia que invade nuestros corazones en la infancia se evapore cuando creemos llegar a la edad adulta. Porque una cosa es ser adulto y otra muy distinta ser maduro. Y es que la madurez llega cuando menos te lo esperas y en Guille parece haber llegado de golpe. Ternura, magia, sensibilidad y unos sentimientos a flor de piel son las consecuencias que se transmiten directamente al lector.
Con una preciosísima edición y no solo por su espectacular portada, Un hijo me llega muy dentro. Una novela que cargada de emociones hace que como lector, mantengas una constante sonrisa, a pesar de las inminentes lágrimas que alguno pueda derramar.
Una lectura tan recomendable que no creo la puedas dejar pasar por alto. Bueno, como toda la narrativa de Palomas, retratrista como pocos del alma humana.
Bsss y feliz jueves....
Guille
“Todo empezó el día que la señorita Sonia preguntó una cosa:
-¿Qué quieres ser de mayor?-
-A mí… a mí me gustaría ser Mary Poppins- dije”
Guille es un niño introvertido con una sonrisa permanente, y es un lector empedernido con mucha imaginación. Solo tiene una amiga. Hasta aquí, todo en orden. Pero tras esta máscara de tranquilidad se esconde un mundo fragilísimo, como un castillo de naipes, con un misterio por resolver. El rompecabezas lo configuran un padre en crisis, una madre ausente, una profesora intrigada y una psicóloga que intenta armar el puzle que está en el fondo. Una novela coral que respira sentimiento, ternura, vacíos, palabras no pronunciadas y un misterio sobrecogedor.