(Opinión personal) ¿He dicho ya que me declaro fan número uno de la Editorial Impedimenta? Creo que unas mil veces, pero no me cansaré de repetirlo. Acabo de terminar de leer La buena novela de Laurence Cossé y una vez más me declaro incondicional de todo lo que tenga que ver con la editorial.
Cuando los lectores empedernidos como nosotros escogemos un libro para su uso y disfrute, no sólo nos fijamos en su sinopsis (aunque evidentemente es lo que más pesa a la hora de decidir), sino que también nos percatamos de la calidad de su edición, del tamaño de la letra e incluso del peso del ejemplar, ya que es habitual leer algunas páginas antes de dormir. Pues todas estas cualidades y muchas más son requisito indispensable de Impedimenta.
Ivan, un antiguo librero y amante incondicional de los libros, se asocia con Francesca, una aristocrática italiana para llevar a cabo, entre ambos, la única librería del mundo donde se recogerán las mejores novelas de la historia. Pero para decidir cuáles serán los títulos escogidos, organizan un comité formado por ocho personas anónimas, que no se conocen entre sí y que además emplean un nombre falso ya que absolutamente nadie debe conocer sus nombres. Un buen día, tres de los personajes anónimos son amenazados de muerte. Ivan y Francesca deciden acudir a un peculiar detective, otro amante de los libros y en especial de las ediciones raras y antiguas, para esclarecer quienes pueden estar detrás de las amenazas. A partir de aquí, comienza la historia de la creación de La buena novela.
Un telón de fondo como es París, un emblemático edificio, una característica librería en la que no hay cabida para las novedades, centenares de obras maestras recogidas en un único espacio, y horas y horas para recorrer virtualmente estantes repletos de libros es lo que La buena novela ofrece.
Me ha encantado conocer el funcionamiento entre librero y editor, saber lo que se esconde tras los libros antes de llegar a nuestras manos, además de conocer una gran cantidad de autores que se mencionan en la novela. Es por este motivo, por el que he tardado más en terminar el libro, no podía pasar página sin buscar en google el nombre y obras de los autores que más me han llamado la atención, y es que las conversaciones entre Van y Francesca son de lo más interesantes y entusiastas. Por este motivo, yo recomendaría su lectura, no para leer como una novela habitual, sino para saber más de lo que la literatura esconde.
"Colette, Cendrars, Segalen, Renard, Gide, Drieu, Céline, Aragon, Giono, Bernanos, Malraux, Mauriac, Gracq, Calet, Dietrich, Fargue, Vialatte..." Como para no buscar en internet...
Casi que lo que menos me ha gustado, han sido las conversaciones y la extraña relación en la que se desenvolvían Van y Anis. No ha terminado de convencerme. Puede que tampoco la haya llegado a entender. Es el único "pero" que le puedo poner.
Amor por la literatura y pasión por los libros, es con lo que me quedo después de leer La buena novela. Guardaré mi ejemplar como oro en paño y sé que la leeré y releeré más una vez, ya que como he comentado antes, no puedo, ni quiero dejar pasar por alto a los autores que no conocía y que poco a poco les iré dando cabida en mi estantería.
"Van comenzó a encargar algunos libros a los editores.
Los títulos llegaban poco a poco, con parsimonia, alimentando su ilusión.
Francesca recibía cada nuevo paquete como un regalo"
SINOPSIS:
La fundación de una librería parisina «única», llamada «La Buena Novela», desata pasiones, celos y hasta intentos de asesinato. Ivan «Van» Georg, antiguo vendedor de cómics, y la estilosa y seductora Francesca Aldo-Valbelli se juntan para llevar a cabo el sueño de sus vidas: montar una librería que solo venda obras maestras, seleccionadas por un comité secreto de ocho respetables escritores que se esconden bajo seudónimo. Cuando la librería abre, inmediatamente empieza a cosechar un éxito arrollador. ¿Quiénes son esos elitistas y cómo osan decirles a los lectores lo que han de leer? La blogosfera hierve, Internet crepita. Decenas de competidores nacen de la noche a la mañana, clamando por los ideales seudoigualitarios. Ivan y Francesca, estoicamente, intentan aguantar el chaparrón hasta que, de repente, tres de los miembros de su comité secreto son víctimas de accidentes que a punto están de costarles la vida.